Google acaba de comprar YouTube, y eso me ha movido a una reflexión. Google y YouTube representan las dos formas posibles de generar contenidos. Google es el autómata, el gran robot con una incansable capacidad de computación para rastrear la información sobre videos disponibles y filtrarla. YouTube es el foro, donde millones de usuarios -y no servidores- depositan su esfuerzo a cambio de un pequeño flash de notoriedad o simplemente la satisfacción de producir. La compra de YouTube por Google, propietaria del servicio Google Video con mas o menos el mismo tiempo de vida, demuestra que, al menos en este caso, los usuarios han generado un producto más atractivo que el fabricado por las máquinas. Probablemente GoogleVideo disponga de un catálogo más extenso que el de YouTube , o sea capaz de competir en ritmo de adquisiciones de contenidos con sus inquebrantables spiders rastreando el web en busca de los más populares, pero YouTube permite una mayor implicación del usuario con el resultado, y de ahí la satisfacción y la experiencia que es lo que últimamente ha convertido a YouTube en el tercer lugar más frecuentado de internet.
Con todo, hay que reflexionar con más perspectiva sobre este acontecimiento. Google ha sido capaz de desplazar a muchas grandes empresas con su dominio sobre el acceso a lo que es información y lo que no en internet. El que otro intermediario haya capturado esa posición de privilegio en el medio video mueve igualmente a reflexionar sobre si este capítulo es una excepción o más bien, a medida que la internet se convierta en un medio más multimedia y menos textual, Google será capaz de mantener el centro de la información. Aún no hemos encontrado un sistema que sea a la vez eficiente y sencillo de organizar la información [no textual] de este mundo, como reza la misión del gigante multicolor.