Movil: canal, publicidad, rentabilidad

19 septiembre, 2006

El móvil está empezando a superar el concepto de dispositivo para el habla a distancia, y comienza a incorporar otras opciones. Cada vez más, el móvil es un dispositivo de comunicación -así de genérico-, un canal privilegiado de acceso al usuario. Se observa asímismo que en este proceso las empresas comienzan por explotar la cara publicitaria de la tecnología. No es complicado entenderlo: la publicidad convencional tiene rendimientos decrecientes, especialmente la televisión, que ha matado a la gallina de los huevos de oro, y las empresas buscan alternativas: reinventar la televisión, como prentende Budweiser, reinventar la publicidad, estableciendo nuevos entornos para los mensajes publicitarios. Las comunidades están gozando de un valor y atención crecientes como medios publicitarios: MySpace, por ejemplo, encuentra su significado como plataforma de venta de contenidos a jóvenes, por su vinculación a la música.

El móvil por su parte cuenta con armas interesantes como canal publicitario: viaja con los usuarios, lo que lo hace adecuado para promociones con cupones y en el punto de venta; es un canal electrónico que deja rastro de lo que hace, favoreciendo actuaciones personalizadas hacia el consumidor, la tecnología en que se basa no para de evolucionar, como otros países nos van señalando. No es de extrañar que el crecimiento de este terreno esté siendo exponencial y despierte el apetito de los grandes nombres de internet.

Anuncio publicitario

El fin de la intimidad

14 septiembre, 2006

Hablamos del web 2.0 como el web social. Gracias a las nuevas aplicaciones y servicios, todos podemos publicar, acceder al exterior sin intermediarios ni barreras. Pero el camino parece cada vez más vertiginoso. Es sencillo comprobar como el balcón de un blog a menudo lleva al autor a forjarse una obligación frente a los lectores, reales o imaginarios, anónimos o no, una obligación que le mueve a declararse y confesarse cada vez más abiertamente. Secretos empresariales o personales, estados de ánimo, frustraciones son vertidas al espacio virtual para alimentar no se sabe bien si la ansiedad del blogger o de su audiencia (sospecho que la primera). Cada vez queda menos dentro y más en la web.
Los blogs sin embargo puede que sean el caso más inocente. En MySpace adultos americanos exponen sus vidas y gustos al alcance de cualquiera. Algunos diggers pasan cada vez más tiempo enviando contenidos solo porque así son reconocidos. El sitio Facebook, con más de 9 millones de adolescentes como usuarios, ha pasado a primera página por haber incluido un servicio para informar, como si de alertas se tratase, de cuándo un usuario experimenta un cambio (como separarse de su pareja, ser detenido,… y los que quiera que se vuelquen al expositor). Es difícil prever dónde puede acabar el derecho de cada uno a imponer a los demás sus 15 minutos de fama.
Es posible que la causa del problema esté precisamente en la razón de su éxito. Las comunidades mueven hoy completamente el negocio de la atención. Con los medios publicitarios convencionales registrando cada vez peores respuestas, el dinero de las marcas busca la atención de las personas en sus espacios de entretenimiento, los círculos en los que se reunen a formar comunidades. Siempre hay dinero para financiar una compañía que presente una nueva fórmula de explotar una red social o de contactos. El problema es que para crear comunidad, nos dice la teoría, es imprescindible el ingrediente del elemento compartido. Y nada es más compartido por el género humano que la miseria personal.