Los individuos tradicionalmente hemos contado con varias áreas personales, siendo el espacio laboral y el familiar las más reconocibles. Es posible observar cómo con el tiempo ambas áreas se confunden más y más. Inicialmente, los desplazamientos constituían -excepto para aquellos trabajadores por cuenta propia que emplean su vivienda como lugar de trabajo- una frontera evidente entre ambos mundos, que son mundos informativos diversos: mientras que la información que circunda el espacio laboral es una información numérica, factual, sistematizada, revisada y editada a menudo por más de una persona, el sistema de información familiar tiende a ser espontánea, personal, desechable, caótica.
Pero la tecnología ejerce influencias notables sobre ambos casos, el primero de los cuales es la confusión. La tecnología ha suprimido el aislamiento informacional que el desplazamiento de casa al trabajo y a la inversa producía, funcionando como un depurador y una preparación en el individuo hacia el modo siguiente. Ahora seguimos ‘conectados’ durante los tránsitos, lo que hace más difícil determinar cuándo empiezan y concluyen el trabajo y la vida personal. Durante la jornada laboral mantenemos un contacto personal con nuestros amigos y familiares gracias a las nuevas fórmulas de comunicación, fuera de la oficina somos capaces de atender clientes o contactos. Parte de esta confusión seguramente se filtra a las naturalezas de la información y procesos manejados. Actualmente almacenamos información personal, y acaso seamos más espontáneos e innovadores, menos analíticos, sobre los procesos de decisión empresarial.
Otra de las consecuencias de esta amalgama de funciones tiene que ver con la productividad laboral y su medición. Si el trabajo ya no es tan homogéneo, si el tiempo de trabajo ya no es una variable discreta sino más bien un continuo entremezclado con otras unidades aparentemente destinadas a otros propósitos; si los resultados de nuestro trabajo ya no son outputs valorables, servicios o productos finitos, sino más bien expresiones de conocimiento, interacciones, fórmulas de un aprovechamiento no siempre inmediato, multiplicidad de destinatarios o consumidores, ¿cómo medir la producción del individuo? Querámoslo o no, hasta el momento el tiempo ha resultado la variable menos discutible de rendimiento personal: tiempo de trabajo del trabajador = rendimiento del trabajador. El problema de la productividad lo ha sido de outputs, de determinar los resultados -siguiendo la causalidad hasta donde éstos-, pero con la situación explicada, ¿cómo fijar el input?