El control de resultados es un negocio muy provechoso. Las empresas necesitan conocer qué ocurre con sus productos en el mercado: quién los conoce, quién los recuerda, quien los utiliza, quién los prefiere o posterga a los de la competencia. Sobre esta necesidad algunas empresas han prosperado: Sofres, Nielsen, … ellas han conseguido una posición de privilegio estableciendo un canal exclusivo de retorno de la información de mercado hacia las empresas.
Pero ahora estamos en la época del crowdsourcing y el RealTimeWeb. Las personas irradian su actividad y la vuelcan a internet de modo que la realidad queda incorporada a un teletipo de miles de voces. El pasado queda obsoleto, insuficiente, podemos observar el presente de manera directa. Investigadores del MIT han acudido a Twitter para identificar el interés del público en los estrenos de cine y determinar la probabilidad de éxito de las películas. Una aplicación de iPhone permite a las empresas solicitar comprobaciones en el punto de venta o tomar fotos de la oferta mientras se comercializa. Los televisores con conexión a internet, además de ofrecernos acceso a los canales de YouTube, podrán informar a los anunciantes de manera directa de los contenidos que son consumidos por los usuarios y los anuncios escuchados. El negocio del control de resultados, la auditoría de comportamientos, está a la baja. El pasado se vuelve un sucedáneo limitado de la realidad cuando ésta está accesible para quienes se interesen.