Marcas

23 enero, 2006


Dice hoy elmundo.es (aunque estará ya en toda la prensa en internet) que Google es ya la primera marca global. Esto, que es llamativo (en 1997 nadie sabía qué era Google), no es sino un botón del panorama actual: Apple es la segunda y atención!, Skype es la tercera.
Si uno hace memoria, le costará encontrar un solo anuncio en radio, prensa o televisión pagado por Google y mucho menos por Skype. Las marcas más importantes no han gastado en publicidad (no al menos en el sentido convencional).
Según mi opinión, el fenómeno que se pone de manifiesto detrás de esto es que no hay presupuesto en comunicación que pueda comprar lo que consigue para una marca la expansión vírica o boca a boca de un producto que funcione: los usuarios avisando a otro usuario de su gozo al hablar por internet, los comercios o comerciantes haciendo clic con curiosidad sobre el link que han descubierto en alguna página de Google sobre cómo aparecer junto a los resultados de las búsquedas que están tan acostumbrados a realizar. Hoy en día las marcas se distribuyen y popularizan a través de los usuarios, en comunidades, y utilizan el vehículo internet para conectar a unos y otros. No parece sin embargo por el gasto de las empresas, que esta opinión mía sea generalizada.

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BlogDependencia

23 enero, 2006

Acabo de leer un post en el Blog de Enrique Dans que me ha hecho reflexionar sobre la relación de un «blogero» o «blogger» con su propio blog. ¿Para quién escribimos realmente? Básicamente la percepción inicial que tuve en su momento al descubrir el fenómeno blog es que, bajo el paradigma del Web 2.0, descienden los costes transaccionales de emitir una información, de modo que el propio usuario es capaz de informar ahora como experto en un área concreta, sin tener que recurrir a intermediarios que necesariamente ralentizan, encarecen y enturbian el proceso comunicador entre la fuente autorizada y el lector. Según esto, el blog es un sistema por el que podemos acceder más rápidamente a las opiniones de los expertos (que básicamente son las que nos interesan). Pero cuando uno escribe para declarar que ha tenido un mal viaje de avión, entonces no podemos sino cuestionarnos si no está escribiendo para sí mismo, o por el placer de saberse escuchado, o si no se está abusando de la autoridad concedida por una comunidad.

No quiero parecer ingenuo, no es posible admitir el crecimiento actual de la blogosfera si no es porque cada uno está volcando sus meras impresiones sobre el fondo blanco de su blog, sin sopesar sobre el qué (dirán) o el quién (leerá). Y tampoco prentendo defender una filosofía elitista sobre el tema, sólo quisiera -para eso está el propio blog, no?;)- reflexionar sobre el derecho de los lectores a no intoxicarse -no está claro que esto sea un derecho, aunque es evidente que existe la infoxicación– y la necesidad de que los autores ejerzan verdaderamente su ‘expertise’ con responsabilidad.

Y ello sin perjuicio de que creemos una nueva disciplina de la psicología que pase a estudiar la blogodependencia o efectos de la adicción al propio blog. Algo que desde luego está por venir.